Charlie Kirk
Ayer, Charlie Kirk fue asesinado de un disparo en el cuello en el campus de la universidad de Utah.
Charlie Kirk tenía 31 años, abandonó sus estudios cuando era joven porque dejó de creer en el sistema educativo de Estados Unidos, y se dedicó a aprender por su cuenta, de manera autodidacta. Luego creó una asociación y, cuando se sintió preparado, se puso en marcha.
Lo que hacía era recorrer todas las universidades americanas. Se sentaba debajo de una carpa y debatía con los estudiantes. La mayoría estaban en su contra desde el punto de vista político porque las universidades allí están dominadas por los demócratas y Charlie Kirk era un ferviente republicano.
Muy pronto, sus intervenciones se hicieron famosas y él se convirtió en una estrella. Su única arma era la palabra y pasó a ser una referencia porque no era un político, ni un funcionario, ni un periodista. Hablaba en nombre propio. Y los debates eran encendidos, allí se decían cosas duras, pero eran debates al margen de lo que pensaran unos y otros.
Su asesinato pone de manifiesto la sociedad nauseabunda que hemos construido porque el problema es que hemos deshumanizado al discrepante. Se empieza con el insulto, después la amenaza, la agresión y, para terminar, la eliminación física.
Todo esto es lo que hemos levantado y tolerado por extremismo ideológico o por pereza. En Nepal, acaban de quemar el parlamento, pero, sobre todo, han perseguido por las calles y apaleado a ministros del gobierno, que serán corruptos, o no, pero han sufrido palizas. A la mujer de un ministro la han quemado viva.
Charlie Kirk era fuente de división porque se enfrentaba con su verbo a una sociedad que ha hecho del odio su principal alimento.
Cuando matar se convierte en la solución para imponerse en un sencillo intercambio de palabras, eso significa que nuestro modelo está destrozado, que hemos regresado por voluntad propia a los años treinta, que ya estamos en la oscuridad de la que tanto nos costó salir. Somos culpables, todos nosotros. Sin educación, no hay modales, no hay conocimientos, no hay cultura, y por lo tanto, no puedo haber paz, libertad ni prosperidad.
Sin valores somos unos animales. Hace falta saber y respetar, empezando por el respeto propio para poder respetar a los demás. Si somos incapaces de tolerar la libertad de expresión y las opiniones divergentes, entonces no valemos nada y merecemos nuestra propia extinción.
El asesinato de Charlie Kirk es una deshonra para nuestra condición de seres humanos.
Tenía una esposa y dos hijas, de tres años y doce meses.
Hasta pronto.