El Respeto
El filósofo Rousseau creía que el hombre nace naturalmente bueno y que se corrompe por culpa de la sociedad. Si eso es cierto, estamos corrompidos hasta el tuétano.
Resulta espeluznante ver a gente, hombres y mujeres, deleitarse, disfrutar hasta el histerismo, por la muerte de un padre de familia. El impacto del asesinato de Charlie Kirk ha desatado la furia de mucha gente, demostrando que Rousseau estaba equivocado, o que lo nuestro no tiene solución.
Esa gente, en virtud de la libertad de expresión, no ha dudado a la hora de grabar y subir vídeos a las redes sociales, celebrando la muerte de Kirk como si se tratara de la final del campeonato mundial de futbol. Resulta aterrador comprobar el odio destilado con tanta alegría, incluso frivolidad, hacia un hombre que se dedicaba a debatir con todo el mundo, sin excepciones.
Bueno, pues la reacción no ha tardado. Hay mucha gente que admiraba a Kirk, como también hay mucha gente que simplemente está avergonzada al ver las reacciones de los que odiaban a Kirk. Y lo que han hecho ha sido recopilar esos vídeos y enviarlos a las empresas que empleaban a esas personas. Y digo empleaban porque han despedido a esos empleados de manera fulminante. Lo habrán hecho debido a la presión, por miedo a un embargo a sus marcas y productos, o por principios y convicciones, pero lo han hecho, y hoy en día, hay miles de nuevos parados que se han quedado perplejos. De hecho, la mayoría han subido nuevos vídeos lamentando su nueva condición.
Hay de todo, profesores de universidad, enfermeras, repartidores y un largo etcétera.
Lo que llama la atención es la reacción rápida de un sector de la población que está indignado con el asesinato de Kirk. Así como llama la atención la ausencia de violencia física. No se han producido peleas, ni siquiera amenazas. Ha sido una reacción inmediata y con unas consecuencias terribles, porque perder el trabajo de la noche a la mañana por expresar una opinión, también es algo muy violento.
Y es aquí donde hay que poner el acento. Porque no deberíamos permitir una cosa que se reprocha a los demás. Es decir, si somos defensores de la libertad de expresión, tenemos que serlo para todos, tanto para aquellos que debaten como para aquellos que expresan ideas que nos parecen reaccionarias, inaceptables y peligrosas.
Porque la gente se equivoca en un concepto indispensable cuando hablan de respeto. Todo el mundo exige que se respete una opinión. Oye, es lo que opino y tienes la obligación de respetarlo. Ese es el error. Lo que todos tenemos, al menos en nuestros países y de momento, es la posibilidad de tener una opinión y de defenderla. Eso es lo que hay que respetar, el derecho a pensar como me da la gana, pero nunca el contenido de mi pensamiento.
Porque si alguien apoya abiertamente la violación o el asesinato, es necesario combatir contra esas ideas si no se está de acuerdo.
Lo que estamos haciendo es lo contrario. Ya no se respeta nada, ni la vida de un hombre que defendía el uso de la palabra, ni el derecho a alegrarse por la muerte de ese hombre, por muy asqueroso que nos parezca. Tenemos que regresar a lo esencial, los principios morales, y tratarnos con el debido respeto al margen de las ideas, porque de lo contrario, el enfrentamiento civil está ahí, a la vuelta de la esquina.
Hasta pronto