Asqueroso demócrata

Bienvenidos a la Pequeña España.

Qué tiempos estos que estamos viviendo, con un acceso totalmente gratuito al conocimiento y ningunas ganar de saber. Todo es violencia física y verbal. Y todo es ignorancia. Los más virulentos son tan incultos que son incapaces de insultar de la manera adecuada.
Así pues, para los que quieran insultar o poner etiquetas a los adversarios, voy a explicar rápidamente unos cuantos conceptos para que por lo menos el agresor sepa de lo que habla.
El fascismo es un régimen ultranacionalista, antidemocrático y autoritario. Como la Esquerra. Llamar fascista a un conservador es que como llamar guapo a Mariano Rajoy o a José María Aznar, que son muchas cosas, pero guapos no.
El nazismo es un fascismo más severo porque incluye el racismo y el antisemitismo. Como Junts, el partido de Puigdemont, o Bildu. Hitler era el racista y antisemita por antonomasia, pero Mussolini no. Esa es la principal diferencia entre fascismo y nazismo. No obstante, ambas corrientes proceden de la izquierda, y ese origen es el que desconocen los izquierdistas que insultan a los liberales o conservadores llamándoles fascistas. Es como si yo llamo ateo a un cardenal del Vaticano. Ridículo.
El comunismo es la ausencia total de propiedad privada. El estado posee todo y es el estado el que le dice, no al ciudadano porque no hay, sino al habitante, lo que tiene que comer, lo que tiene que leer, lo que tiene que escuchar, lo que tiene que decir y lo que tiene que pensar. No hay libertad, no hay derechos, todo es sumisión menos para los que gobiernan. Eso es Podemos.
El socialismo es la cara amable del comunismo. No tan amable últimamente, pero por lo menos, el socialismo auténtico convertido en socialdemocracia permite negocios privados y sólo nacionaliza grandes empresas en las que coloca a los afines para enriquecerse.
Lo que tienen en común estas cuatro ideologías es la ambición de conquistar el poder, el objetivo de conservar ese poder para siempre, el control de la economía, de la cultura y de la educación y negar cualquier tipo de legitimidad al que piensa de otro modo.
Ninguno de estos conceptos es democrático, ninguno es limpio y ninguno ha funcionado.
Así pues, si queréis insultar a alguien que respete la ley, que sea partidario de una justicia independiente, de la seguridad en las calles, de la propiedad privada, de la igualdad de oportunidades, del libre mercado, de la libertad, no le llamáis fascista, ni nazi, Llamadle, por ejemplo, qué sé yo, asqueroso demócrata. Hay muchas maneras de descalificar a alguien, algunas muy elegantes, todo es ponerse.
Hasta pronto.

Publicado el 10/11/2025
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